martes, 7 de octubre de 2008

Ahí va una pequeña historia(quizá no tan pequeña)
No recuerdo en que momento exacto la escribí, pero hay ocasiones en las que me gusta releermela.
Espero que le encontreis, almenos, la mitad de sentido que yo le doy. Disfrutad.


Desde hacía ya unos años ella se cobijaba ahí, bajo el amparo de las sombras y la engañosa luna que tintineaba en lo alto. Ariadna, encogida para sí en lo más oscuro de la estancia, aireaba sus ideas- estancadas desde hace tiempo en algún rincón de su mente- y resguardaba a la vez su cuerpo del frío. A su lado, un par de calcetines viejos por si llegaban a ser estrictamente necesarios y un bolígrafo y un papel, para no dejar que a las ideas se las llevara el viento. Su táctica: perder la mirada en algún punto de la ciudad hasta que la inspiración tuviera la cortesía de visitarla. Así hasta que notaba entumecida o congelada alguna parte de su cuerpo y se retiraba, defraudada consigo misma, al interior de la casa.
Apenas tenía la edad adulta, rozaba los veinticuatro años con la punta de los dedos. Era una joven taciturna, poco sociable hasta el punto de parecer un poco tímida e introvertida, ávida de conocimientos y recompensas profesionales pero no hasta el punto de ser competidora o ambiciosa. A la vez, se la consideraba cívica y amable pero con cierta personalidad depresiva, lo cual hacia que no terminara de encajar con el ambiente social que la rodeaba.

El aire gélido dejo de recorrer cada rincón de la casa cuando la joven, con un escalofrío, cerró las puertas del balcón. El frío recorría su escuálido cuerpo y la obligó a guarecerse bajo las mantas de su cama. Deslizó sus níveos pies por la sábana y se acomodó rápidamente en el interior, frotando los pies con la suave tela. Repitió como cada noche el ritual; abrió el libro por la página 203 y releyó antes de dormirse, dejando que esas palabras la arroparan y la acunaran.


“A mi querida hija Ariadna, Ariadna Vallejos, que lleva en las venas tanto mi sangre como mi don. Mi sucesora, sin lugar a dudas, en el mundo de la literatura. Eclipsando al mundo con tan pocas palabras”
Fulgor y tormenta,Pedro Vallejos.

Ariadna calló rendida ante el amor que desprendían esas palabras que hace no mucho fueron plasmadas en el último libro de su padre. Para triunfo y disfrute de periodistas de los periódicos locales, Ariadna no había hecho más que ensuciar la ya olvidada carrera de su padre con algún que otro mal reportaje- en sus años de inexperiencia a manos de una revista de gran tirada nacional-, y con el reciente titular en más de un periódico sobre su intento de suicidio.
Ahí, sobre su desordenado escritorio, una pila de periódicos con fechas datadas unas semanas antes, un montón de paquetes que habían sido devueltos de diferentes editoriales, tres recargas para su vieja pluma, una suma de tazas sin fregar- con apenas los posos del café o algún otro líquido-, varias facturas sin abrir y su diario color marengo abierto por la última página escrita.
***
Aquella madrugada se sentía, finalmente, derrotada por el día a día. Desde la muerte de su ídolo, predecesor y padre, Pedro Vallejos, los días y las noches se le hacían tediosos y la sensación que llevaba consigo era siempre de melancolía y desagrado. Desagrado por si misma, por su poca facultad para hacer honor al recuerdo de su padre; desagrado por lo desdichada que se consideraba, lo sola que se encontraba en el mundo, lo perseguida que se sentía cuando no quería estarlo… y, sobretodo, desagrado y asco de sí misma por no saber llevar lo que le había tocado en esta vida, por no ser más valiente, por no saber afrontar los problemas y los altibajos…
Que triste resulta todo cuando no puedes compartirlo con otros, pensaba más de una vez deseando tener un hombro en el que llorar. Así se desarrollaba ahora su vida; con tiempo muerto y desperdiciado que no tenía vuelta atrás, silencios incómodos, palabras y sentimientos callados por no romper a llorar...

No tardó en decidir qué quería hacer.Necesitaba,ya si que si,ponerle fin a la agonía que era su vida,dejar todo y a todos atrás. Nada le quedaba para dar, se había repetido hasta la saciedad.Quería anteponerse al sentido común y al miedo a morir, no sufrir ni arrepentirse en el último momento. Con un último vistazo, divisó aquel diario marengo con las páginas maltratadas y cada uno de sus complejos y penas escrito en él.Garabateó con decisión y rapidez en la portada:

"La psicodélica historia del escritor desmotivado"

Ariadna Vallejos.

Dispuesta ya, apoyo el pie en la inestable varandilla negra del balcón. Crujía bajo sus pies, pero apenas importaba ya. Su último pensamiento: Fulgor y Tormenta.

¿El final que tiene esta historia? El éxito del libro. Yo, sin duda, de estar escrito lo leería. La psicodélica historia del escritor desmotivado. Sí,me gusta.

Sed Felices.



1 comentario:

Anónimo dijo...

tia.. no me extraña que te releas esta historia, a mi tb me a gustado, es mi tipo de libros.. xD. Me recuerda a la conversacion de suicidaderse del otro dia pero esto es un ejemplo de lo que decias que la gente no toda luchaba por todo.. Es curioso ver como hay gente que no puede más y lo deja todo por no seguir buscando ese rayito de esperanza del que te hablaba.. Me ha encantado! Aunque de [i]pequeña[/i] historia nada ee.. jaja.

[b]como ves, soy aqui tu fiel seguidora.. aunque date un par de semanas a que todos se den cuenta de la existencia de tus escritos y reflexiones en etsa página.. ya veras lo poco que tarda en llenarse de comentarios..
En serio, yo me planteaba escribir un libro tia... =)[/b]

Te quieroooo