domingo, 22 de agosto de 2010

veinte del ocho del dos mil diez.

Me irritan las agendas llenas de citas,el ponerle minutos a las casualidades,como si se pudiesen reconducir una tras otra. Odio la presión de cambiar de semana pasando una página, las páginas en blanco que me recuerdan lo vacía que puede estar mi vida y las abarrotadas por mi letruja irregular, buscando espacios; aborrezco el ponerle fechas a las cajas de medicamentos que pueblan mi mesilla, como si el hecho de medicarme desde ese día fuese un hecho sumamente relevante en mi historial; detesto las citas aplazadas, pero más esas que no se posponen cuando no tengo ganas de salir de casa.
Pero, ¿sabes? lo que más me irrita, lo que más odio, aborrezco y detesto, es el hecho de que no garabatearé nunca más tu nombre en ninguna página, que habrá páginas en blanco que denoten tu ausencia,que tendré el veinte de agosto de dos mil diez grabado en mi memoria eternamente, como un residuo de lo jodida que puede ser la vida, de lo efímera e inoportuna que es, porque te juro que si algo me desespera en este momento, que si algo además de tu recuerdo puebla mi mente en este momento, es el hecho de que tú, con tus diecinueve años dejados en aquel Seat, no puedas decidir que página de la agenda arrancar, que fecha modificar, que minuto derrochar. Si algo me arranca páginas de la mía es el tener esa última imagen de tí y saber que el mundo sigue girando para mí, y que el tuyo se paró a medio camino, en tierras zamoranas.

Y golpearía al mundo con tanta fuerza, le daría tal puntapié con tal de alejar el destino de aqui...
Volver a Madrid sabe mal, y no sabría decir por qué.

1 comentario:

ChicaGuau dijo...

¡He vuelto!
Un mimo de Max.