jueves, 2 de diciembre de 2010

Aunque tú no lo sepas...

A veces bizqueo un poco. O mi mundo está cojo de una pata. Se me acatarra el alma, y también enmudezco cuando tengo que gritarte todo lo que pienso. A veces lloro todo lo que te quiero, y escupo las flemas de nuestra relación [de lo que queda de ella, que no es prácticamente nada]
Me he hecho miope a tus defectos, y mis dioptrías supongo que van en aumento a medida que no queda nada que ver de nosotros. Me muerdo indiscutiblemente la lengua, digiero el bolo que nunca pudimos tragarnos y que hizo que lo vomitáramos todo. He ganado el peso de las lágrimas que me estoy tragando. He perdido el peso de las lágrimas que fui incapaz de retener, mira tú por donde.
Tengo enmohecido el corazón, enrarecido por no tenerlo a la temperatura adecuada, por dejarlo a la intemperie, con la que se desata ahora en Madrid.
He dejado mi cuerpo al abandono.
He dejado a mi corazón al abandono. Así. Aquí. Con las Navidades a la vuelta, con lo poco que le gustan. Le he dejado solo, aun cuando sé que las odia.
Casi las vi diferentes. Estuve a un ápice de sentirlas diferentes, de vivirlas de verdad.
Pero no…las personas siempre fallamos. Siempre hay alguna manera de hacerlo mal, de elegir lo que crees que quieres pero que no quieres, de elegir la enfermedad creyendo que es el remedio. Siempre fallamos; y estos fallos al corazón luego no hay forma de arreglarlos con paracetamol y agua, no basta una semana de reposo.
No nos vacunaron de pequeños.
Nos enseñaron el gracias y el por favor, pero no el te quiero. El te quiero solo sale cuando duele, el sincero solo sale cuando de verdad duele. Es ahí cuando te das cuenta.
Y todo lo hice por querer dejar de oírlo tan hueco, y buscarle un sentido a esas palabras. Para valorarme, para valorarnos, pero ahora mira…no lo oigo, no creo que lo vuelva a oír de tus labios, ni a verlo en tus ojos, ni a cobrármelo en caricias. Lo hice por creer unas palabras huecas, y sí, puede que lo estuviesen realmente…
Ahora busco enfermedad que palie este remedio tan mal parado, pero creo que prefiero guardar cama antes que automedicarme.





He blindado mi puerta
y al llegar la mañana
no me di ni cuenta
de que ya nunca estabas...
Y aunque tú no lo sepas,
nos deciamos tanto
con las manos tan llenas
cada día más flacos.
(Aunque tú no lo sepas,Quique González)

5 comentarios:

Natalia dijo...

Precioso, maRini, aunque se adivina en el texto un poquito de dolor en el corazón. Mucho ánimo, guapa

galmar dijo...

sí es lindo, aunque triste, y más en un día tan frío como hoy, un abrazo abrigado y besos

Martu dijo...

Ya sabes, vinagre para las heridas, que el azúcar ya vendrá.
Yo siempre he mantenido la teoría de que nos volvemos plenamente estúpidas con el amor, pero claro, nos crea una pequeña adicción que a todos nos encanta...
¡Ánimo Minilla!
Un besote. :)

tinta negra dijo...

el texto es grandioso..con un tono melancolico!°


Saludos!°

delgaducho dijo...

También estuve apunto yo de hablar de corazones enmohecidos, de corazones apuntando siempre al norte, expuestos a mil vientos helados.
Me ha encantado tu entrada como siempre.