.A MI LA VIDA SIN TÍ NO ME GUSTA.

Hoy llorará. Roberto sabía que hoy ella lloraría. Por ser hoy. Porque sí. Porque toca. Bueno, no; no exactamente así, pero lloraría y mucho. Roberto no podía sacarse esa idea de la cabeza y eso le revolvía el estómago. Eso y el metro, el maldito metro y su vaivén,sus frenazos contínuos y el constante chirrido que despedía.
-¿Ocurre algo, cielo?-preguntó Sofía, estrechando fuertemente la mano de su amado.
Éste, hasta ahora distraido en el cristal tintado del vagón, volvió en sí y envolvió en su mano la pequeña mano de Sofía.
-El estómago. Ya sabes como odio el metro.
Sin hacer mucho caso a las dolencias de su novio, añadió:
-Le he dicho a mi padre que iremos el sábado a comer a su casa, mi madre está empeñada en que pruebes el pisto y termines de conocer a la familia. Y bueno, ya sabes como es papá para estas cosas,hacerlo formal es lo primero y ...
Roberto desconectó de nuevo. No era el metro, no podía serlo. Notó el vomito recorrer veloz su faringe y laringe, pero para entonces remediarlo era irreversible. El resto de pasajeros desviaron las miradas a la pareja y Sofía, que hasta ahora ignoraba la situación, a Roberto.
-Pero Roberto, ¿qué demonios te pasa? No puede ser que el metro te ponga así-dijo ya asustada viendo el vómito que ahora mojaba la negra manta de goma que cubría el vagón.
-Y no lo es-pronunció entre arcadas.
Roberto, apoderándose de su cuerpo, le dedicó una larga mirada a su novia antes de susurrar desgarradoramente:
-Cariño, no sé si podré ir a comer donde tus padres... ese día tengo quimio.
Roberto no olvidará aquella mirada incrédula de Sofía. Tampoco aquel vagón rumbo a Gregorio Marañón


Y es que hoy algo me dice que hay momentos y momentos y que dejarlo pasar cual parada de metro...psh,como que no termina de ser bueno. Yo solo quiero bajar del metro y dejar de dar vueltas en la misma línea. Hay que joderse, tuve que subirme al circular...